Sea cual sea tú caso (exceso o falta de trabajo) al parecer el estrés laboral es algo más común y cotidiano en los tiempos que corren y por ello hemos querido que nuestro colega Sergio Herrero, Psicólogo experto en gestión del estrés, nos contará que es realmente el estrés, como podemos detectar los síntomas de estrés y que podemos hacer al respecto, desde la gestión de recursos humanos de la empresa y desde los recursos personales. Cuéntanos Sergio…
Es difícil encontrar a quien diga que no tiene estrés. Es un tópico y si a alguien se le ocurre decir “no, yo no”, probablemente hasta se le mire mal. Paradojas de la vida, parece estar bien visto afirmarlo. Se asocia a tener trabajo, a estar muy activo, lo que no deja de ser un valor en estos tiempos. Otro tema es si tiene estrés o “simplemente” pasa por una época de mucho trabajo. De cualquier forma, casi todo el mundo piensa, de buena fe, que está estresado.
Entonces ¿lo mío es estrés o qué? Bien, pues ese “qué” puede ser sencillamente presión. Hay un estrés malo o diestrés, que todos conocemos de sobra. Pero hay un estrés positivo, llamado euestrés. Es una curva ascendente en la que en cierto momento, la presión deja de ser efectiva para los resultados y directamente se llega al diestrés. ¿Un ejemplo? El del león sirve. Si veo uno en la boca del metro, probablemente mi cuerpo se active, mi cabeza empiece a generar rápidamente alternativas de respuesta y estrategias de afrontamiento o huida. La situación (en este caso un león, pero podría ser mi jefe, un cliente o un entrevistador) hacen que me acerque mucho a todo el potencial que puedo dar, me preparan. Pero también puede suceder que ante el león, mi cuerpo se active pero… se paralice. Siento un miedo casi insuperable, no se me ocurre nada útil y aquí estoy plantado delante de la fiera con pocas perspectivas de éxito.
¿Estás motivado aún para hacer tu trabajo? ¿Tienes ilusión? ¿Duermes bien (vale, ya sé que poco, pero digo bien)? Si tu respuesta es sí, es menos probable que lo que te pasa se pueda llamar estrés.
Por el contrario, si padeces trastornos digestivos habituales, dolores de cabeza frecuentes, dificultad para concentrarte o tomar decisiones como antes, irritabilidad, angustia… lo tuyo puede ser estrés.
Ojo, puedo estar desempleado y padecerlo. A algunos familiares de personas desocupadas les cuesta entender esto. Pero así es. Mientras estaba en activo, quizá con un trabajo exigente, no lo tenía. Pero fue dejarlo y padecerlo. Por decirlo claramente: estrés no es tener muchas ocupaciones. Es sentir, con pleno convencimiento, que no eres capaz de rendir bien ante los retos que tienes.
Es un mal habitual en las empresas en épocas de cambios de funciones. Los profesionales advierten que carecen de los suficientes recursos (propios o ajenos) para hacer frente a los enormes objetivos que se les imponen y el camino de la desvinculación emocional queda abierto. Una empresa con buena parte de su personal con elevadas tasas de estrés, padecerá más absentismo, quejas de los clientes, rotación, fallos en la seguridad laboral… la lista es larga. En definitiva, su imagen institucional tanto de cara a sus propios empleados como al exterior se deteriorará.
Los problemas complejos no suelen tener soluciones rápidas. Soluciones sencillas quizá sí. Pero creo que debemos desconfiar, por principio, de la pastilla curalotodo. En el tratamiento del estrés entran en juego muchos factores. Dentro de la empresa, una adecuada política de RR. HH. es mano de santo: descripciones de puestos de trabajo bien hechas, asignaciones de cargas equilibradas, evaluación de los recursos disponibles, comunicación frecuente con los mandos… son políticas preventivas muy sanas.
Pero también, hay un buen número de cosas que a nivel particular podemos hacer para prevenir y/o tratar el estrés. Tanto si estoy empleado como si no. Tanto si tengo a personal estresado a mi cargo o se trata de un familiar. En el Taller de gestión del estrés y técnicas de relajación que Avanza Soluciones Formativas me da la oportunidad de impartir, mostraré todo el abanico de recursos que como persona dispones para gestionar este mal que afirma padecer el 75% de la población de entre 30 y 45 años.
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